Envaina el segundero
Y aquí llegan las primeras despedidas del invierno
Los balanceos de mano que nunca llegan a cuajar
En ninguno de los ángulos entre las espaldas
De los despedidos
Mientras el proseguir caminando
Suena casi como teclear un manifiesto
Sobre todas aquellas nostalgias censuradas
O lo que no se debe echar de menos
Y a espaldas de aquellos años
Aquel césped tan concreto
Sigue estando igual de afilado
Como rencoroso por lo pronto
Que encontré otra excusa
Por la que no seguir esposado
A la papelera a la que van
Todos los gestos que sobran
Toda esta secuencia de decisiones
Ha mutado para dejarme a merced
De las ondas, me vulnera la envidia
Y un estado más allá de la niebla
Me sostiene a caballo entre
La ambición acomplejada
Y una humildad lisiada
No recordaba los días tan cortos
Pero hay algo peor
No se desde cuando no los recuerdo tan cortos
Parecen como lagunas en este meridiano
Justo cuando el tiempo se alinea en mi muñeca
Una medianoche demasiado mansa
Como ralentizada en homenaje a la memoria
Trayendo a remolque aquellas escenas
De sofás colindantes y un oxígeno dudoso
Ante la necesidad de adjetivar la sangre
De dos rostros que sollozan
El actor de papel
Los guiones de fin de semana
La brújula que nunca señalaba el norte
Escarmentada por las coincidencias
Que se apoyaron sobre bastones y conos
Para dejar que las pisadas mal guiadas
Quedaran como meras anécdotas
Grabadas en el cemento más veterano
¿Lo mejor?
Que nadie sabría decirme ahora
Si anoche soñé en blanco y negro
O si lo hice a color
O tal vez solo tropecé
Con un coma atemporal
Sumido en un espectro
Fuera de toda tabla y teoría,
Algo que no se puede retener
Más allá del presente…
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